Capricho margariteño

Aunque usted no lo crea, en Nueva Esparta se produce un exquisito queso de cabra, con altos estándares de calidad y elaboración completamente artesanal, que no tiene nada que envidiarle a la mejor denominación de origen. Así que nos fuimos hasta la Granja La Tacariba y a continuación le contamos todos los detalles.

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista diciembre 2008

Carvis Hidalgo y Amílcar Pérez nos abren orgullosos las puertas de su granja -y de su vida- en la Isla de Margarita: 200 cabras lecheras de origen alpino-francés, genéticamente puras pero criadas en República Dominicana y por lo tanto aclimatadas a las condiciones del trópico, son la prueba viviente de su genuina pasión por lo que hacen.

Después de muchas horas de lectura, cursos sobre elaboración de quesos, muchos intentos fallidos, viajes a Francia, consulta a expertos, horas y horas de pruebas y mucha leche derramada por ensayo y error, Carvis finalmente sabe cuál es el punto. “Por tratarse de un producto vivo, cualquier mínimo factor influye. Hasta el humor puede hacer la diferencia cuando de elaborar quesos se trata”.

Por ahora este manjar es distribuido exclusivamente entre restaurantes de la isla, originando en cada templo del buen comer platos emblemáticos como los famosos camarones en colchón de queso de cabra margariteño de Casa Caranta, los suculentos envoltinis de dátiles rellenos con esta exquisitez de Da Luciano’s, la sublime torta de queso criollo con queso de cabra margariteño de La Trattoría de Chana, entre muchos otros.

Cabras con pedigree

Mucho se habla de que los quesos de cabra suelen ser mezclas de leche de cabra con leche de vaca. La pureza de estos quesos de cabra margariteños está completamente garantizada, pues los animales son genéticamente puros (tan es así que la mayoría de ellos está inscrito en el American Dairy Goat Association), y -según el exigente criterio de los chefs que luego se encargan de trabajar con el producto- esto marca la diferencia, sobre todo a nivel de consistencia y acidez.

En 7 hectáreas y media de terreno se distribuyen 13 corrales, en los que las cabras están separadas según su condición, peso y edad (incluyendo hasta una suerte de enfermería, donde se alojan las que necesitan cuidados especiales). Carvis nos cuenta que este sistema se llama Estabulado: “Nosotros les traemos a sus corrales todo lo que ellas puedan necesitar, tanto a nivel de alimentación como en la parte sanitaria, para que ellas drenen su energía a través de la leche, en lugar de gastarla en buscar alimento”.

En la Granja La Tacariba se trabaja las 24 horas al día, los 365 días del año. Todas las cabras están meticulosamente enumeradas y registradas, y el queso sigue un riguroso proceso de pasteurización. Este proyecto, único en nuestro país, cuenta desde sus inicios con la asesoría de la Universidad Central de Venezuela. “El promedio de producción de leche de una cabra venezolana está entre 300 y 500 CC al día, en nuestra granja en cambio se ubica entre 3 y 5 litros, pues la cantidad de leche depende de la genética y de la alimentación que se le de al animal”, afirma Carvis.

Las cabras productivas se ordeñan todos los días: temprano en la mañana y al final de la tarde. En la granja tienen la segunda sala de ordeño para cabras instalada en Venezuela. “Es un proceso bellísimo -cuenta Carvis, emocionada-, además de que ellas son muy territoriales y tienen puestos fijos. Todo es realmente muy relajante, para mí esta es una terapia anti-estrés”.

Y finaliza: “En Francia hay 365 tipos diferentes de queso de cabra. En Venezuela esta es una disciplina bastante reciente, y justo ahora hay como un despertar de la actividad caprina: los chivos en Venezuela siempre han sido utilizados para carne, pero se ha descubierto que la leche de cabra tiene propiedades muy superiores a la leche de vaca”.

¿Cómo ubicarlos?
En San Sebastián de Tacarigua, pasando la iglesia, allí usted pregunta y todo el mundo sabe donde queda la granja. De todas formas, puede comunicarse con Amílcar o Carvis a los números (0414)129.40.08 ó (0414)316.05.92.

El sabor de lo natural


Hicimos un eco-tour y recorrimos el mismo día Sendero La Chica, Playa La Auyama y la Finca Paraguachoa: Tres paisajes espectaculares y completamente diferentes, tres experiencias muy particulares ¡y sin salir de Margarita!

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista diciembre 2008

A primera hora de la mañana nuestro magnífico y amable guía Tello nos pasó buscando por nuestra casa para llevarnos directamente hasta Sendero La Chica, en la Península de Macanao, hogar de la Cotorra Margariteña (Ave Regional endémica de la isla). Esta suerte de laberinto vegetal, además alfombrado por piedras calizas, está bordeado por cuatro espectaculares cerros -Macanao, Risco Blanco, Los Cedros y El Guarataro- y es un lugar para caminar, aprender y estar en contacto con la naturaleza.

En Sendero La Chica nos incorporamos al grupo de turistas e hicimos una caminata de aproximadamente 1 hora, donde además de observar la excelente labor de la Organización Provita en el área para preservar la Cotorra Margariteña en su hábitat natural, vimos diferentes especies de aves -como cotorras, cardenalitos, gonzalitos, paraulatas y colibríes- y nos topamos con iguanas y lagartijos de diferentes tamaños, mientras nuestro guía nos daba una charla acerca de los diferentes tipos de árboles y especies vegetales, su utilidad específica y las características de cada uno.

Allí, entre más de 40 tipos de bromelias, tunas bravas, yaguareys, guaritotos y melones del desierto, supimos -entre otras cosas- que el Quebrajacho, por ejemplo, es de madera muy fuerte y suele “soldar” sus ramas cuando se rozan unas con otras; el Cardón Cactus “crece donde lo pongas”, de hecho los margariteños lo usan mucho para hacer cercas; el Yaurero es cactus durante los primeros 40 años de su vida y después cambia su piel por un tronco, para vivir así al menos otros 40 años más; y la Cuica se distingue fácilmente porque su tronco es verde y ceroso, pues por allí hace la fotosíntesis, con la particularidad de que está lleno de agua por dentro (en un incendio permanece intacto). Su fruto provee de alimentos a la cotorra.

Y a media mañana…

Tras reunirnos nuevamente en la churuata de Sendero La Chica desde donde partimos e hidratarnos convenientemente, continuamos nuestro recorrido hasta Playa La Auyama, paraje al que se puede llegar sólo en vehículo de tracción en las 4 ruedas. Se accede por una sinuosa carretera de tierra, pero al llegar descubrimos inmediatamente que la travesía realmente valió la pena: Se trata de una playa casi virgen, de aguas intensamente azules -en tonalidad aguamarina- bajo un cielo impecablemente azul.
Literalmente entre el desierto y el mar, Playa La Auyama tiene 350 metros de arena blanca, y sus aguas son cálidas, con un oleaje que varía entre moderado y fuerte. La zona no tiene vegetación y, aunque el sol es constante, el viento no deja de soplar, lo que resulta muy agradable. La soledad y el aislamiento la distinguen. Sólo unas pocas rancherías de pescadores pueblan su orilla.

Después de almorzar en un delicioso punto de comida criolla cerca de La Asunción, nos dirigimos al punto final de nuestro recorrido: la Finca Paraguachoa. Enclavada en el mítico valle de Pedrogonzáles, rodeada de unas montañas prodigiosas, llegamos a pensar que no estamos en Margarita: En un terreno de 2 hectáreas lleno de verde, frescura y árboles frutales, se levantan 12 galpones -1 de cultivo hidropónico y 11 de cultivos orgánicos en tierra, con sistema de goteo- que permiten un sistema mixto de cultivo mediante el cual se obtienen, en menor tiempo, productos de gran calidad y sabor (llama mucho la atención el descomunal tamaño de cada ejemplar).

Todos lo productos tienen la garantía de ser cultivados al natural, sin pesticidas ni productos químicos. La tierra es abonada con humus de lombrices, producido en la misma finca. Los sembradíos de los galpones –17 productos diferentes entre los que se cuentan espinaca, ají margariteño, rúgula, hierbabuena, romero, perejil, cilantro, tomillo, cebollín, y tomates cherrys- se suman a la producción de alfalfa, que se hace en otra dependencia, y es 100% hidropónica. Todos los productos son artesanalmente empaquetados y distribuidos a los supermercados de la isla, y cada vez son más los restaurantes margariteños que emplean en su cocina los productos de la Finca Paraguachoa.

Contacto:
Ricardo Diotaiuti, Sr. 4x4
www.sr4x4.com
Tel: (0295) 263.76.05

¡Tienes que vivirlo!

Con una privilegiada ubicación en la Isla de Margarita -a los pies del Cerro Guayamurí y a orillas de Playa El Tirano-, en Parque El Agua la diversión está garantizada, no importa la edad del visitante.

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008

Más que un parque temático, entramos en un oasis de agua dulce -refrescante y diferente- dentro de la ya de por sí maravillosa Margarita. Al norte de la isla, Parque El Agua es para nosotros una agradable sorpresa: se trata de un espacio más generoso de lo que pensábamos. Además de sus múltiples atracciones, tiene una nutrida gama de posibilidades para agradar al visitante, tanto al que busca adrenalina, como al que quiere solo diversión, al que prefiere el relax o al que desea experimentar una combinación de todas estas emociones.

Todas las áreas acaban de ser remozadas y las atracciones fueron renovadas por completo, de hecho los representantes del parque aseguran que las instalaciones están casi tan nuevas como cuando abrieron sus puertas hace siete años. Nos llama la atención toparnos con nombres en Pemón, y es que -según pudimos conocer- las atracciones fueron diseñadas como tributo a la región sureste de nuestro estado Bolívar.

La profusión de bien cuidados detalles denota que todo está calculado para el disfrute total: Se nota que detrás de la fantasía que el público ve hay una sólida estructura empresarial. Nos agrada especialmente la vigilancia, pues aún con el respaldo de varias cámaras de seguridad y los 21 guardavidas distribuidos en todas las áreas del parque (que en temporada alta ascienden a 31), el control es tan amable como discreto.

Para todos los gustos

Hacemos un recorrido por todas las instalaciones y decidimos que nuestra aventura será progresiva. La señalización del parque nos ayuda, pues según el grado de dificultad cada área la categoriza como caracol, tortuga, delfín o tiburón. El jacuzzi -suerte de piscina central con hidrojets- se nos presenta como el área perfecta para entrar en calor. Así que comenzamos por allí.

Después nos adentramos en el río lento, corriente de agua que bordea todo el parque. Allí, acostados en una balsa, simplemente nos dejamos llevar por la corriente: De tanto en tanto, generosas caídas de agua bañan nuestro cuerpo y renuevan nuestras energías bajo el sol. El relax es total.

Con toda nuestra calma le dimos la vuelta al parque, y ahora queremos arriesgarnos un poquito más: ¡Vamos a explorar los toboganes!. Distribuidos en dos torres, al terminar de subir cada escalera para lanzarse, nos abruma la espectacular vista panorámica de 360 grados entre playa y montaña. Son en total cinco toboganes, nos montamos en los cuatro primeros, pero le dejamos el último a nuestros lectores más osados (Sus 18 metros de altura lo hacen muy retador. Es el más alto de Venezuela, y la caída libre dura sólo 3 segundos).

Así que terminamos felices en la acogedora área infantil, inspirada en la “Casa del Arbol”, con coloridos globos, toboganes y juegos que incluyen cañones de agua y un barril gigante que derrama cerca de 2 mil litros de agua cada 2 minutos. Es divertidísimo sentarse en la piscina, justo bajo el tonel, y esperar que vierta sobre los presentes su contenido. Las risas de grandes y chicos no se hacen esperar. Y por supuesto, las nuestras no fueron la excepción.

Tips

* La altura de cada visitante -independientemente de su edad- es lo que determina cuáles son las atracciones disponibles para él: Después del metro veinte de estatura tiene libre acceso a todas las áreas, antes de eso el paso es restringido.

* Es un detalle muy simpático ver a los fotógrafos distribuidos a todo lo largo y ancho del parque, captando los mejores momentos de cada visitante.

* El parque cuenta con duchas, vestuarios, lockers, centro de bebidas, un restaurante de comida rápida y otro de comida a la carta, además de animadores y múltiples espacios tipo churuata tanto con sillas como con tumbonas.

* Para finales de septiembre empiezan a construir en la parte de atrás del parque una piscina de olas, con capacidad para 1.500 personas, donde incluso se podrá surfear. En 6 meses estiman que estará lista. Y a mediano plazo hay otros proyectos.

* Los niños de menos de 80 centímetros de estatura no pagan entrada.

Con todos los sentidos

Esta vez nuestra aventura fue de navegación y contemplación, absolutamente deliciosa y relajada, al mejor estilo “adulto-contemporáneo”: Nos fuimos en un full day a la Isla de Coche en el trimarán North Star de Catamaranes del Caribe. Sólo para 30 personas.

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista octubre 2008.

Como todo destino turístico que se precie, la Isla de Margarita ofrece gran cantidad de aventuras (para público eventualmente de todas las edades). Cada atracción resulta ideal según lo que cada quien esté buscando: De allí que es muy importante saber exactamente en qué consiste la oferta turística de la que se dispone y tomar una decisión de compra después de estar absolutamente seguro de la actividad que se va a realizar.

Aunque este es un axioma universal, en Catamaranes del Caribe es particularmente importante: la empresa ofrece varios productos, y la logística, la ruta y el performance en cada uno es completamente diferente. Aquí les contaremos nuestra experiencia a bordo del trimarán North Star.

Nuestro guía fue el inigualable Carlos “Morocho” Mujica, músico de profesión (para más señas percusionista, con el único que no ha tocado es con Rubén Blades) con 30 años en el turismo tanto nacional como internacional, casi 5 años en la ruta a Coche y un conocedor apasionado de la historia de Margarita.

Durante toda nuestra travesía el sol refulgía en el cielo, sobre un fondo impecablemente azul, mientras la brisa soplaba con fuerza y el agua era de un precioso aguamarina intenso, que en algunos sectores se hacía más oscuro: Toda la exhuberancia y los colores del mar del trópico explotaban ante nuestros ojos… Una verdadera bendición de la naturaleza. El bar abierto de bebidas nacionales nos mantuvo siempre frescos.

Mar adentro

Zarpamos del muelle de La Isleta y navegamos “a velocidad de crucero” durante 1 hora y 20 minutos, hasta llegar al punto en el que haríamos snorkel: Punta de Chivatos (mejor conocido como Piedra Negra). Allí anclamos el trimarán y nos sumergimos por media hora en un arrecife de coral, a una profundidad de aproximadamente dos metros y medio.

Después navegamos 1 hora y 20 minutos más, a la misma velocidad que antes, bordeando toda la costa sur de la Isla de Coche -territorio famoso por los llamados vientos salvajes, por su producción de sal y sus comunidades de pescadores-, pasando por pueblitos como Zulica, El Amparo, Guinima, El Bichar y Guamache. Los pescadores estaban en sus faenas diarias, y era todo un espectáculo ver cómo revoloteaban los pelícanos y por momentos se volvían “domésticos” mientras los hombres de mar limpiaban el pescado en sus barcos.

Del otro lado del trimarán veíamos tierra firme (específicamente la Península de Araya y el Golfo de Paria) y pasamos frente a dos islotes que no aparecen en el mapa: Lobo y Caribe. Vimos gran cantidad de peces que se deslizaban sobre el agua como si por momentos bailaran sobre ella, y Carlos nos explicó que se llaman “Maraos” (así mismo hay un pez volador -con alas y todo- que se eleva hasta 200 metros). En época de sardinas -según nos dijo nuestro guía- también se pueden ver delfines.

Al mediodía llegamos a Playa La Punta en Coche, aguas cristalinas bordeadas de interminables metros de arena blanca en todo su esplendor. Después de instalarnos en nuestras tumbonas frente al mar, pasamos al restaurante y disfrutamos de un delicioso almuerzo tipo buffet. Descansamos un par de horas en la playa y nos devolvimos a nuestro punto de partida.

El viaje de regreso lo hicimos con las velas recogidas, y la velocidad del trimarán era sensiblemente mayor. Incluso la música era latina. El ambiente que se logró era completamente diferente al de la mañana. Esta vez la embarcación hizo la ruta regular, a motor, directo desde Coche al muelle de La Isleta (más o menos 1 hora). Cuando el tiempo lo permite, el North Star pasa frente a Playa El Yaque para que los turistas se puedan deleitar con el espectáculo visual que ofrecen el windsurf y el kitesurf.