Una caleidoscópica postal

Detrás de todas esas embarcaciones multicolores de diferentes tamaños que hacen tan pintorescas las costas del estado Nueva Esparta, hay un mundo fascinante que mezcla tradición, arraigo, economía e intuición: Es por eso que el turismo y la pesca han hecho una llave indivisible en el único estado insular de Venezuela.

Por: Karina López - publicado en la revista Clase Turista junio, 2008

Cada una de las playas del estado Nueva Esparta -Margarita, Coche y Cubagua- es una obra de arte que se caracteriza por estar llena de vida, movimiento, magia y colorido las 24 horas del día. Además de su desbordante belleza natural, cada costa tiene un encanto único que la diferencia de cualquier otra playa del planeta: Barcos de pesca, de todos los tamaños, se funden naturalmente con el paisaje al punto que no se puede concebir uno sin el otro.

Quisimos saber más acerca de este prodigioso fenómeno, único en el mundo, y empezamos a investigar. La construcción de embarcaciones para la pesca en el estado Nueva Esparta es un proceso fascinante, completamente artesanal, que -a diferencia de la carpintería de ribera en otras latitudes- prescinde de planos o instrumentos formales. Mágicamente la “metodología” se ha transmitido de generación en generación, y el resultado está a la vista: Barcos irrepetibles, de calidad garantizada, confeccionados según las necesidades y gustos específicos del cliente.

Nueva Esparta tiene la flota de fabricación artesanal más grande del mundo de lanchas pargo-mero para pesca de altura (aproximadamente 15 mil barcos) y, junto a peñeros y piragüas para pesca con redes, generan los mayores dividendos de la economía doméstica. La pesca fácilmente triplica la sumatoria de los ingresos del turismo y el comercio juntos, y esto responde a que en Nueva Esparta hay muchos más peces que en cualquier isla del Caribe: de hecho la isla se llamaba en lenguaje indígena Paraguachoa, que literalmente significa “abundante en peces”.

La ubicación geográfica de la isla es privilegiada tanto por el extenso mar abierto que la rodea (y sus cualidades propias) como por las corrientes que traen desde El Orinoco toda la materia orgánica necesaria para alimentar los cardúmenes. Para tener una idea de los costos involucrados en la carpintería de ribera, consideremos que un peñero de 8 metros está costando entre 15 y 16 millones de bolívares (aproximadamente lo mismo que cuestan los dos motores que lo tienen que mover).

En el resto de las costas venezolanas también se hacen un buen número de embarcaciones, pero hay diferencias sustanciales que distinguen a las neoespartanas. “Los barcos de la isla son más fuertes que las de la otra costa (así llaman los nativos a las playas de tierra firme). Los margariteños le dan mucha importancia a la solidez de la embarcación, porque con ella salen a enfrentar cada faena de pesca, y ponen en ella su vida”, destaca Berend Zitman, presidente de la Asociación de Carpinteros de Ribera del Estado Nueva Esparta (Carena).

Con calidad de exportación

Zitman nos explica: “Desde la época de los contrabandistas, precursores del Puerto Libre, el barco margariteño es sumamente apreciado en El Caribe: El secreto es la mezcla entre toda la influencia europea en territorio insular (incluyendo la forma de hacer barcos) y el indígena margariteño, que es navegante innato y no necesita ni brújulas ni estrellas y adivina la ubicación exacta de los cardúmenes sin necesidad de instrumentos.”

Y agrega: “Los grandes pescadores de El Caribe son margariteños, los marinos osados que hacen faenas en Alta Mar, ellos son quienes les venden producto a los grandes emporios de la pesca en Martinica, Curacao, Guadalupe, Grenada, Paramaribo (Suriname) y Cayene (Guyana Francesa). Si no fuera por los margariteños, en los restaurantes de París, de New York o de Amsterdam no se comieran esos Pargos Menier”.

A estas alturas ya habíamos entendido muchas cosas. No obstante nos seguíamos preguntando por qué el neoespartano insiste en hacer sus embarcaciones de madera, existiendo hoy en día otros materiales. Claro, es la tradición, es el material que siempre han tenido -y tienen- a mano, pero hay otras razones: La embarcación de madera es reparable, incluso modificable en el tiempo, por lo cual además tiene mayor vida útil.

“Si el navegante de una embarcación de madera tiene una avería, se topó con un bajo o rompió el barco porque chocó con otro, sabe que en cualquier orilla habrá una tabla, un clavo, un serrucho y cómo repararlo; no es el mismo caso de otros materiales: Hay que buscar al técnico, la reparación depende de miles factores de la presión atmosférica, entre otros, para no hablar de los recursos económicos que se necesitan. En un barco de madera incluso se pueden cambiar todas las piezas, y una misma embarcación -dependiendo del trato que se le de- puede pasar de generación en generación”, concluye Zitman.

¿Qué es CARENA?

CARENA es la Asociación de Carpinteros de Ribera del estado Nueva Esparta, existe desde marzo del 2003 y hoy en día agrupa a más de cien artesanos -incluyendo a los maestros más antiguos en este oficio-. Los lugares donde más embarcaciones de madera para la pesca se construyen en Margarita son Chacachacare, Boca de Río, Juan Griego, La Guardia y El Tirano, donde están los grandes puertos pesqueros. Sin embargo en Nueva Esparta no hay un astillero formalmente concebido, por el contrario hay muchos astilleros ambulantes (según las necesidades específicas de cada pescador).

Su presidente, Berend Zitman, caraqueño de padres holandeses, está radicado desde hace 22 años en la isla de Margarita y es un enamorado de la exhuberancia de estas tierras. Desde niño le fascinó la construcción de barcos, su infancia transcurrió en costas dentro y fuera de Venezuela (Grenada, Holanda y Francia), ya de adulto -y siendo carpintero- empezó a trabajar como asistente de un constructor de embarcaciones en Grenada y luego hizo un curso de carpintería naval en Gran Bretaña.