Tesón y pasión

Una sensibilidad muy especial para registrar minuciosamente todo lo que acontece en su entorno -fusión de su metódico origen europeo, su profesión de ingeniero y sus más de cincuenta años viviendo en Margarita- le ha permitido ser, entre otras cosas, el primer cronista gráfico de Venezuela y Patrimonio Cultural Viviente del territorio insular

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista junio 2008.

Ataviado como cualquier lugareño y con absoluta sencillez, este caballero de porte europeo tiene una conversación deliciosa, cuenta miles de anécdotas con un humor hilarante, canta galerones, dice “pa’acá” y “pa’allá” (entre miles de expresiones autóctonas) y matiza una que otra palabra con una discreta “r” gutural. Ante estímulos aparentemente tan disímiles algo pareciera no encajar, pero basta estrechar la mano de Carlos Stohr para entenderlo todo: La inocente sonrisa de un niño se conjuga con una mirada diáfana y transparente que transmite de inmediato calidez y sinceridad a toda prueba.

Es todo un compromiso tratar de decir algo de él que ya no se haya dicho. Hace más de medio siglo llegó a nuestro país huyendo del caos de la post-guerra de su Praga natal y, posteriormente, vino a Margarita respondiendo a una invitación casual que le hiciera Fucho Tovar. Desde entonces se enraizó en estas tierras y ha dejado verdaderos ríos de tinta a su paso, incluyendo 7 libros de producción propia y 286 ilustraciones para los relatos del ya desaparecido Cheguaco, escritor margariteño costumbrista por excelencia.

Más allá de su profesión de ingeniero, el tesón y la pasión han sido el secreto de su exitosa trayectoria, convirtiéndolo en el primer cronista gráfico de Venezuela y, por supuesto, de Margarita. Dibujos realizados bajo diferentes técnicas dan cuenta de un minucioso registro visual de las costumbres y el acontecer insular de todos los tiempos, bajo la perspectiva de un observador que desde siempre se ha dedicado a pintar lo que ve con todo detalle y sentimiento. ¿El tema principal de su trabajo? Los paisajes, las vivencias, los oficios y el gentilicio margariteño.
Si bien el destino obligó a Carlos Stohr a abandonar su patria siendo tan solo un adolescente (incluso tuvo familiares que murieron en los campos de concentración), su encomiable esfuerzo personal desde que llegó a este terruño insular lo ha recompensado con creces: Hoy por hoy es Hijo Adoptivo de los Distritos Gómez y Antolín del Campo, Premio Regional de Artes Visuales, Patrimonio Cultural de Margarita, tiene su puesto en el Diccionario margariteño-biográfico-geográfico e histórico de Charo Rosa Acosta y, por encima de todo, es un inmenso orgullo para todos los que le conocemos.

Su mundo
Al llegar a su casa en Playa El Agua encontramos un gran muro color terracota pintado por él mismo, en el que se registran gran cantidad de imágenes de su álbum personal. Al entrar su estudio, evidenciamos que además de la geografía insular, eventualmente ha inmortalizado otras latitudes. “Mi padre, Francisco José Stohr, nos enseñó a mi hermano y a mí la destreza para observar y poder retener lo que se ve, con el objetivo de poder usar en el futuro lo que uno ha visto. Parece una tontería, pero no lo es, y ha sido clave en todo lo que he hecho”, afirma orgulloso.

Y agrega: “Mi padre fue un hombre versado de las leyendas e historias de Bohemia. Recuerdo que todos los domingos nos llevaba de paseo a mi hermano y a mí, y cuando regresábamos nos preguntaba qué habíamos visto. Así íbamos reteniendo información de manera sencilla, y sin saberlo construíamos en nuestras mentes lo que modernamente se conoce como banco de datos”.

Muchas urbanizaciones dentro de La Trinidad, en Caracas, son obras de ingeniería de Carlos Stohr, quien en su juventud además fue atleta polifacético, representando el pabellón tricolor en los Juegos Deportivos Panamericanos México 1955. Hoy, a sus 76 años, este pintor costumbrista cuenta con una vasta producción artística que excede los 3 mil dibujos, de igual manera ha presentado 25 exposiciones individuales y ha participado en más de medio centenar de muestras colectivas.

Trabajador incansable, son sus propias palabras las que mejor explican la esencia de su trabajo. “Poseo gavetas y cajas enteras con apuntes, que he venido desempolvado principalmente con ocasión de documentar mis libros. De hecho, las personas desvanecen y se llevan sus recuerdos, pero los apuntes, libros, escritos y registros gráficos, en fin las obras, quedan”.

Su espíritu alegre y positivo se distingue por “enumerar soluciones, en lugar de hacer un recuento de los problemas”. Y como todo margariteño que se respete, Stohr también improvisa décimas, canta galerones, juega dominó y prepara sancochos, por eso lo conocen como “La Macaurel de Chupacachimbo”. Como nota curiosa, puedo dar fe de que también canta “Viva Venezuela mi patria querida” en 12 idiomas y toca jazz con un cuatro.