Linaje aristocrático

Su porte señorial la hace la capital del único estado insular de Venezuela, pero -más allá de sus múltiples monumentos, sus construcciones y sus tesoros-, tan sólo sentarse en un banco de la plaza del casco histórico de La Asunción es ya todo un acontecimiento

Por: Karina López, publicado en la revista Clase Turista junio 2008.

Se respira paz, calma, cultura, historia… Una fresca y omnipresente brisa acaricia el rostro, y bajo esos árboles -con las palomas revoloteando frente a la segunda catedral más antigua de Venezuela-, las horas transcurren a otro ritmo. Y es que La Asunción conserva intacto (como muy pocos parajes en la Isla de Margarita) un encanto muy particular, producto de siglos y siglos de historia. Y para muestra, sus calles empedradas y sus techos rojos.

Fundada en el año 1561 por el Capitán Pedro González Cervantes de Albornoz en el valle de Santa Lucía, la ciudad ha sabido preservar muy bien su estructura colonial: aún hoy tiene varias construcciones con un pasado glorioso que han sido testigos silentes de miles de gestas históricas. Este pasado guerrero es fácil de explicar por la ubicación estratégica de La Asunción, pues permite una fácil vigilancia y control de la costa norte de la Isla de Margarita, tanto del ala oriental como de la occidental.

Toda la historia de la Isla de Margarita está estrechamente ligada a la de La Asunción (y viceversa), y las huellas están por doquier. Recordemos que los conquistadores españoles entraron a nuestro continente por suelos neoespartanos y, a partir de ese momento, Margarita, Coche y Cubagua fueron capituladas en exclusividad para Colón y sus herederos, pues los placeres perlíferos eran asombrosos.

Desde entonces -y durante toda la colonia española-, La Asunción fue el refugio de sus pobladores y sus vecinos, tras los frecuentes ataques a la Isla de Margarita. Por este motivo la ciudad está dotada de importantes construcciones defensivas y civiles (hoy día sitios históricos) con recuerdos de la paz y las heridas dejadas por corsarios, indios y españoles a lo largo de su historia. La estructura fortificada de la Isla de Margarita y su tradición guerrera igualmente la convirtieron, a la postre, en la primera provincia libre del dominio español.

Después de esta descripción pudiese pensarse que La Asunción es una ciudad fantasma que se quedó atrapada en el tiempo pero, por el contrario, hoy en día es una localidad llena de vida donde conviven -sin sobresaltos- presente, pasado y futuro. Y allí precisamente estriba su encanto: en que no presume ser otra cosa. Simplemente es.

Reminiscencias del ayer

Alrededor de la plaza del casco histórico de la ciudad, destacan la Catedral Nuestra Señora de La Asunción (su construcción empezó en 1570, su campanario fue terminado en 1599, su nave en 1617 y su consagración tuvo lugar en 1621, fecha desde la cual no se ha efectuado ningún cambio considerable), el antiguo Convento de San Francisco -también construido en el siglo XVI- y La Casa Capitulas, sede del Ayuntamiento en tiempos de la emancipación, luego cárcel y ahora Museo y Biblioteca Nueva Cádiz.

Desde las alturas nos observa incólume El Castillo Santa Rosa, construido a finales del Siglo XVII, escenario de múltiples batallas y lugar donde fue prisionera Luisa Cáceres de Arismendi por negarse a delatar a su esposo, aún estando embarazada y con tan sólo 16 años de edad. Fue construido en 1681, edificado en el mismo lugar del antiguo Fuerte San Bernardo, sobre una planta irregular y con ángulos especiales para que los cañones pudieran tener un completo dominio del valle. Conectaba por vía subterránea con la casa del gobernador, con el Convento de San Francisco y con la Iglesia.

En la Plaza Bolívar también podemos ver el monumento a las campanas coloniales -con una muestra de varias de ellas- y la estatua de la heroica Luisa Cáceres de Arismendi. Más allá encontramos el puente de piedras de 1608 y, al otro lado, el reloj de sol que data del año 1612. Finalmente nos topamos con la Casa Natal del General Arismendi, la sede de la gobernación y la residencia del gobernador.

Actualmente la ciudad tiene un poco más de 15 mil habitantes y, si bien es una de más antiguas de Venezuela, discretos toques de modernidad engalanan su señorío. Algunos ejemplos de ello son el palacio municipal, el palacio legislativo, el gimnasio cubierto y la avenida Constitución -sede de muchos organismos oficiales y privados, así como colegios profesionales.

Así que no deje de caminar las calles de La Asunción y déjese llevar por el encanto del paisaje colonial: sin duda se impregnará de esa atmósfera de quietud que hace este paraje tan especial y, sin darse cuenta, entrará a un mundo de historia y de recuerdos que le serán muy familiares… Pero eso sí: no deje de probar el famoso pan asuntino con café con leche, que es toda una delicia.